Cuando queremos decir la palabra “gracias”, fonéticamente se escucha como /gras(e)s/. Por ese motivo, para poder ser claros al pronunciarla, uno debe forzar las comisuras de los labios a extenderse para que los sonidos de la i y de la a suenen claro, de tal manera que pareciera que sonreímos a nuestro interlocutor.
Eso es mérito para uno porque, además de ser cortés por el mismo hecho de agradecer, nos toman por gentiles y agradables, lo que conlleva a una sutil preferencia por nosotros.
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