—Ni siquiera lo puedes ocultar.
—¿Qué cosa?, ¿a qué te refieres?
—¿Por qué te atrae?
—¿Qué?, ¿a qué te refieres? A mí n…
—¡A mí!… no me engañas…
—¿Se nota tanto?
—A leguas. ¿Por qué?
—Ay, no sé. Pero sí, así es. Me gusta mucho.
—Eso lo noté. Solo que no entiendo por qué. No es atractivo.
—Ni siquiera pudiera decirte que no lo es, pues apenas lo veo y, como es tan imponente para mí, me quedo perpleja.
—¿De verdad es imponente? ¿No estarás confundiendo eso con el hecho de que es, mejor dicho, un grosero?
—¡No!, eso es diferente. Sé que es grosero, pero no tosco, sino, de alguna manera, lo es en forma sutil e inteligente. Hasta pareciera que su intención fuera la de ser siempre cortés.
—¿Tú crees? Porque parece que no le importa ni tantito lo que digan de él.
—Y, sin embargo, sus modales nunca dejan de ser los correctos.
—¿No te hace pensar diferente el verlo siempre desaliñado?
—Lo es, y mucho, y, aun así, nunca huele mal, no es sucio.
—¿Y qué piensas acerca de su carácter? Siempre está malhumorado.
—¿Verdad que sí? A veces siento que llega a ser inaguantable. Cae mal. Pero… cuando sonríe… lo vale.
—De verdad te gusta.
—Y no tienes idea.
—No se lo debes decir.
—No lo haré.
—Si hubiera sido diferente.
—Si hubiera sido de otra manera, nunca lo habría conocido.
—Pero ahora lo conoces y no ocurrirá.
—Con que sonría, juro que lo vale.
lunes, 29 de diciembre de 2014
domingo, 14 de diciembre de 2014
No me lo explico
En horas de la madrugada soñé unos tremendos ojos que no cesaban de mirarme fijamente. Qué nervios, qué sofocante. ¡Quítame esa mirada de encima! Espera. ¡Ni siquiera te atrevas a hacerlo!, pues incluso siendo una mirada que no soporto ¡es tan adictiva!
Tanto quise saber quién era esa persona dueña de tales ojazos que desperté del mero esfuerzo por recordar.
No conseguía dormir, y no pude, sino hasta saber la respuesta.
Recordé que eran tuyos.
No me explico qué hago soñándote, pero cuánto me reanima hacerlo.
Quizás ni siquiera me recuerdes. El punto de que lo deje en claro es que sepas que alguien te recuerda bonito. No, me corrijo: alguien te recuerda, ya lo de bonito, pues se lo dejo a tu mirar.
Tanto quise saber quién era esa persona dueña de tales ojazos que desperté del mero esfuerzo por recordar.
No conseguía dormir, y no pude, sino hasta saber la respuesta.
Recordé que eran tuyos.
No me explico qué hago soñándote, pero cuánto me reanima hacerlo.
Quizás ni siquiera me recuerdes. El punto de que lo deje en claro es que sepas que alguien te recuerda bonito. No, me corrijo: alguien te recuerda, ya lo de bonito, pues se lo dejo a tu mirar.
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