martes, 4 de septiembre de 2012
Mi ruta y mi rutina
Acabo de notar que existe una rutina cuando llego a mi fraccionamiento. Siempre que desciendo del transporte público, al esperar que avance el vehículo para cruzar la avenida, respiro hondo —quizás para inyectarme de energía, tal vez positiva, y llegar de buenas a mi casa—, enderezo mi torso y me dispongo a disfrutar el corto tramo que tengo que caminar. Cuando hago mi acción, que de hecho ya es de rito, una joven se me queda viendo, siempre la misma. Antes pude haber pensado que era por casualidad, por dejar escapar su mente de la prisión en la que se encuentra su cuerpo dentro de un objeto que reúne a tantas personas como si fueran sardinas, por curiosidad o por que le llamara la atención los movimientos un tanto exagerados que hube hecho en esos momentos… Pero qué raro, hoy descubrí que me observa, sentí su mirada siguiendo todos mis ademanes, la vi y no me quitaba la mirada de encima. Me da pudor. Si supiera que no me interesa devolverle las miradas, ni el interés ni siquiera tantito tiempo. Chistoso que lo diga yo, pero mis miradas serán sólo para una persona, el interés también y lo mismo con mi tiempo… Ja, me enamoré. Aymé que no me reconozco.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Háblale a ésa chica. Puede que salga una buena historia de eso. Igual y por algo el encuentro fortuito en ése sitio atípico para conocer gente por medio de miradas.
ResponderEliminar