Yo sólo espero que el día en que me acabe de decepcionar de la vida, cuando sienta el corazón tan oprimido que no aguante las ganas de llorar, cuando no haya ni una sola persona que, si no hacerme sonreír, pueda provocarme al menos una mueca… ese día preferiría morir… o encontrarme un gran fajo de billetes, lo mismo daría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenidos sean tus traumas.