lunes, 9 de noviembre de 2015

No sé qué es

Algunas veces al respirar se activan mis recuerdos y claramente puedo oler tu aroma.

Si eso no es extrañar, yo no sé qué es.

domingo, 11 de octubre de 2015

No vivir para vivir

No se trata ni de amor ni desamor, solo de no amor. No se trata de estar viviendo en ese momento, sino de conseguir dinero para vivir después. Porque así es más fácil vivir de verdad, ¿cierto?
Este lugar aburre. O al menos tratamos de pensar que es así, para no dar pie a ideas peores que provoquen mayor desesperanza. Día a día es exactamente lo mismo, pero también cada día se siente menos. Creer eso facilita las cosas. Es que las reacciones son las que disminuyen, se muestran con menor frecuencia, y únicamente nos queda ahogar toda esa repulsión que podría ser gritada a la menor provocación.
Todos aquí encontramos un escape: algunas personas creemos que vale más el dinero y lo que se puede hacer con él que solo lo que somos y el cuerpo que portamos; otras personas creen que es todo lo contrario, y que con el dinero pueden encontrar el valor del cuerpo que pudieron encontrar y poseer, mas no tener.
Esta repulsión reprimida hace pensar en aquellos con dinero como animales que lo botan adonde sea para recibir lo que en la cotidianidad no encuentran y satisfacer esos instintos más primitivos. Y como ese dinero es realmente valioso, hay que recogerlo regalando sonrisas, esas que no salen del alma, esas que hacen que nos duela el rostro por ser expresiones antinaturales.
No es de interés de nadie saber por qué razón respiran esas cosas, pero aquí vamos a preguntarles dónde viven y otras cosas que los hagan sentir importantes. Todo lo que reciban hará que se derramen esos billetes.
Cuando estos animales comienzan a querer contacto físico, a besar, solo queda cerrar los ojos para imaginar que en su lugar está alguien más, alguien real, y para que, por alguna razón, crean que ellos son los únicos que nos hacen sentir bien y sientan que pertenecen a alguna parte. Pero aquí solo pertenece su dinero, ellos no, ellos se acabarán yendo, el dinero se queda. No pertenecen a ninguna parte. Saben que son rechazados, saben que nadie los quiere. No es que sean rechazados por ser feos, por tener problemas óseos, por deformidades; sino que también su alma está podrida, su forma de pensar es horrible y su visión del mundo es tan cerrada, que no cabe nadie más en ese inmundo ritmo de vida.
Sabemos de su animalidad, la entendemos. Nos exponemos para atraer miradas, para que la atención esté en los cuerpos y no en la protección de sus carteras. Hay música de fondo y, aunque no sepamos siquiera bailar, nos movemos simulando contoneos que incitan las miradas más penetrantes de estos espectadores. Cuando una persona se sabe vender, también se sabe mostrar. Es bochornoso, es tiempo de no ver a nadie, de desviar la mirada, de quitarse la ropa tratando de no saber quiénes fueron los que centraron su atención.
Están en un punto en el que piden estimulación. Porque estos animales están tan concentrados en lo que sienten, hay oportunidad de relajar el rostro y quitar esa sonrisa tan lastimera, de mirar a otras partes tratando de imaginar que uno no está ahí, que no existe. Se hace lo que se pide. Que el cuerpo se muestre feliz, aunque haya un nudo en la garganta que desgarre nuestra integridad.
Al amanecer, unos intentarán recordar; otros, tratar de vivir.

lunes, 4 de mayo de 2015

Polifacética

Y sé que te adoro en cada faceta tuya: te adoro seria, te adoro distraída, te adoro concentrada, te adoro sonriendo, te adoro riendo, te adoro mirando y te adoro cerrando los ojos.

lunes, 9 de febrero de 2015

¿Debería quedarme?

De repente, caía de espaldas. Caía. Caía. Caía. Sentía que la vista se me nublaba. Seguía cayendo. Y no era mi visión la que empeoraba, sino que cada vez veía más sombras y más obscuridad. Y yo caía.

El susto se aparecía en mi pecho, reventándomelo, parecía. Ya no podía respirar, ¿cómo llegaba el aire a mis pulmones? Ni idea. Los ojos tan atentos buscando alguna imagen para enfocar. «Tan atentos» no; tan perdidos, desesperados. Desesperado yo. Asustado.

Caía.

Caí.

Abrí los ojos tanto como pude, pero no tardé en recordar que no había nada que ver. Empecé a sentir pesadez. Era miedo. Mi respiración volvió. Esta hiperventilación no me permitía dejar de sentirlo, ese insoportable miedo. ¿Qué me pasó? Cerré los ojos con intención de lograr la calma, pero sin proponérmelo, sentía que oraba. Abrí los ojos y ante ellos había lodo. Ya podía ver. Ya podía sentir. Bajo mis pies había lodo, en mis ropas había lodo, enfrente de mí había una pared de lodo, a mis lados, atrás de mí. ¿Estaba en una tumba?

¡Este miedo no se va!

Empecé a subir como podía. Enterraba las uñas en ese lodazal vertical. Enterraba toda la mano. Los pies los clavaba también. Debía subir.

¡Este miedo no se va!

¡A subir!, ¡por favor no falles!

Sentía lombrices en las manos. ¿Por qué lloraba? Sentía lombrices en los pies. No lloraba; gimoteaba. Sentía lombrices en los brazos. ¡Tenía que llegar arriba!

¡Sentía terror! ¿Por qué no llegaba?

La subida era pesada. Me dolía el cuerpo. Esta agitación era fuerte. Qué sed. Deseaba salir de aquel agujero. Ese agujero era tan profundo como profunda sentía una cavidad en mi pecho. ¿Me estaba quebrando?

¡Salí! ¡Pude salir!

Todo era neblina. Qué frío. El miedo me dominaba. Corría. Escapaba de ese agujero inmóvil. Corría. Algo me corta brazos y piernas como cuchillas. Corría. Un camino lleno de ramas con espinas. No importaba, tenía que correr.

Tropecé.

—No te nos vayas.

¿Y por qué no debería?

La neblina se  despejaba, pero el cielo sigue gris, excepto por un espacio entre las nubes que dan paso a un pequeño rayo de luz que aumentaba de grosor.

—No te nos vayas. Aquí todavía tienes lugar con nosotros. Sabes que te queremos.

¿Qué pasaría si tocara esa luz? ¿Que tengo lugar? ¿Debería quedarme?

Las nubes se despejaban, pero la luz se disipaba.

—La temperatura corporal ha aumentado un grado. El pulso ha elevado. ¡Ha abierto los ojos!

lunes, 5 de enero de 2015

Mi declaración

Yo siempre he pensado que la gente que suele «enamorarse» a cada rato y bajo cualquier circunstancia es una ridícula, con un obsceno concepto de las relaciones humanas. También he pensado que hay quienes se «enamoran» fácilmente por carencia de criterio. Y más firme es el hecho de que, al respecto, crea que uno es quien decide si se enamora o no; es decir, no solo ocurre per se al encontrarse con alguien fabuloso. Digo, mis amigas y amigos son fabulosos, y no por eso estaré enamorándome de ellos. Sé que enamorarse es una decisión. Tú eres fabulosa. Mi declaración es que decido enamorarme de ti. No sé cuándo ocurra, tampoco la situación exacta en la que pase, pero es mi decisión, y ya verás que en algún momento así será.
No te asustes si te lo hago saber apenas siendo este el comienzo. Habrá un momento justo, y tal vez tú también lo hayas de desear, pero mientras ya sabes que ya decidí.