jueves, 11 de julio de 2013

Personas perfectas

Decirle a cada persona que me rodea que es especial no le quita el atributo de ser única a ninguna de ellas. Para el corazón pueden existir muchas personas perfectas, muchas personas que deben estar ahí para él, y ninguna de ellas debería sentirse desplazada por las demás.

Existe aquella que desde un principio me ha parecido un excelente ser humano: con la suficiente ingenuidad para no tener malicia, pero con la suficiente inteligencia para no ser débil. Tiene las características que a cualquiera le fascinaría tener. Es un tipo de perfección que se ha de seguir, pero nunca se ha de tocar porque uno nunca quisiera parar de mejorar y tampoco se la quisiera contaminar con un estilo de vida tan impuro como el propio.

Hay personas que, por más que a uno le hagan sentir los peores sentimientos, son perfectos enemigos y, asimismo, los perfectos maestros. Un enemigo usualmente despierta sentimientos negativos, que son innecesarios y sobre todo desgastantes; un enemigo visto como maestro nos brinda la oportunidad de superar nuestro propio ser, nos ofrece escenarios reales en los que sobresalen muchos de nuestros defectos para que puedan ser identificados y, con mucha voluntad, eliminados.

Cada cosmología se sustenta en ciertos pilares que le dan esencia a la misma; lo mismo pasa con las personas: para que la personalidad de un individuo sea íntegra, debe contar con otras que la sustenten. Los amigos se convierten en los pilares en los que se sustenta una persona; como lo es en la cosmología, que se sustenta en pilares muy distintos uno de otro, lo es con los amigos, cada uno representando una esencia diferente, pero a todos ellos los une un pensamiento en común: verse triunfar.

Está quien es perfecta para ser la pareja ideal. En ella ya no solo se le ve lo perfecta que es su singularidad, sino que se admira la perfección del fenómeno que ocurre mientras se hace unidad conmigo y la perfección de la dualidad misma de la unión entre individuos. Hay una inevitable —y no por eso no querida— reacción de aprendizaje entre cuerpos, intelectos y conciencia: se crea un ambiente hermoso en el que se siente placer al enseñar con amor y una enorme dicha al querer aprender con avidez. La pareja ideal no es otro pilar más, no es el medio de desarrollo como lo son las otras personas que cumplen con las diferentes circunstancias que uno requiere satisfacer. Esta persona va antes y después del desarrollo, o sea, es el inicio y el fin: es nuestra protección y nuestro mayor logro. La pareja ideal se convierte, cuando más lo requerimos, en nuestra placenta consciente, que no alimenta nuestro cuerpo, pero sí que lo hace con nuestro espíritu; también, cuando es oportuno, se convierte en nuestro cielo, quien no se opone a nada y nos deja ser libres hasta donde nosotros queramos, estando todo el tiempo abrazándonos y protegiéndonos.